¿Fisioterapeuta o traumatólogo? Lo que hay que saber para elegir la consulta adecuada desde el principio

¿Fisioterapeuta o traumatólogo? Lo que hay que saber para elegir la consulta adecuada desde el principio

  • 16/04/2021

Una mala zancada que acaba con una rodilla resentida, quizá el esfuerzo de preparar una oposición que te ha dejado la espalda como un acordeón, o sencillamente que te levantas por la mañana con el cuello completamente rígido, oxidado, inmóvil... Da igual el caso. Lo importante es que tu cuerpo se queja, dirías que tienes una lesión y necesitas ayuda. ¿A quién vas a llamar? Tu vecina te ha hablado maravillas de un fisioterapeuta que pasa consulta a dos minutos de tu casa, tu cuñado no deja de darte referencias de su primo traumatólogo y el listo de turno lo tiene claro: si el problema está en una articulación, estás en el territorio de los reumatólogos. Eso sí que no te lo esperabas.

Impera la confusión, y es lógico; los tres profesionales pueden tener un papel potencial en la recuperación de una lesión, el alivio del dolor o el diagnóstico de una enfermedad. Y es posible que tengas que visitar a varios profesionales distintos para recuperarte de tu problema. Pero incluso en estos casos el orden es relevante, y hay pautas de actuación importantes para no perder el tiempo y ponerte en las mejores manos desde el primer momento.

Más que muletas y férulas

Basta escuchar la palabra traumatólogo para que las muletas y el quirófano vengan a la mente. El traumatólogo trata los traumas, los golpes, los malos pasos... Pero no, la traumatología no es solo eso. Según Mikel Aramberri, traumatólogo de la Selección Española de Rugby y director de la Clínica Alai, “un cirujano ortopédico y traumatólogo trata las patologías que afectan al aparato locomotor que, además de huesos, incluye músculos, ligamentos y tendones. Vemos muchas fracturas, pero cada vez hay más consultas por dolores atraumáticos, como el dolor de hombro o el dolor en la parte interna de la rodilla. El primero puede deberse a una inflamación o a la rotura de los tendones del manguito rotador. En cuanto a la rodilla, hay dos causas principales: la rotura degenerativa del menisco interno y/o la artrosis del compartimento medial de la rodilla. Además, tratamos médicamente las patologías que pueden abordarse de manera conservadora, como las contracturas”.

“En deportistas jóvenes abundan las lesiones de ligamento cruzado anterior, una lesión más frecuente en féminas. En personas de edad avanzada abundan los problemas de roturas de tendones del hombro y, en muchos otros casos, de artrosis. La osteoporosis produce un número elevado de fracturas de cadera en personas mayores, generalmente por caídas banales desde su propia altura. En muchos de esos casos precisan de una intervención para poder devolver la movilidad al paciente”. De ahí que su labor principal sea solucionar la patología quirúrgica del sistema esquelético. “Desde poner prótesis de rodilla, cadera u hombro a realizar cirugías mini invasivas mediante artroscopia o cirugía percutánea, para solucionar lesiones de ligamento cruzado o los juanetes”.

No hace falta darte un golpe con la pata de la mesa o doblarte el tobillo haciendo deporte para visitar al traumatólogo. Incluso si un buen día te duele el pie sin venir a cuento, este profesional es una buena primera opción. “Trabajamos en equipo con muchos fisioterapeutas, pero lo más correcto es acudir al traumatólogo inicialmente. Tanto la exploración como las pruebas complementarias (radiografías, ecografías…) permitirán un diagnóstico exacto y enfocar el tratamiento con las mejores garantías”. En el hombro, por ejemplo, se pueden hacer ecografías en la consulta, lo que aporta mucha información en tiempo real acerca de si hay bursitis o inflamación subacromial, calcificaciones, rotura tendinosa... Otras pruebas hay que mandarlas hacer fuera de la consulta. Por ejemplo, cuando el traumatólogo precisa una radiografía para valorar otros aspectos del hueso, o resonancias magnéticas y TAC.

Las mejores manos para recuperar movilidad

Por una mera cuestión estadística —hay más clínicas de fisioterapia a pie de calle que de traumatología— muchas veces pensarás en pedir cita al fisioterapeuta en cuanto te duele un pie o te cuesta mover el cuello. Una situación súbita de dolor moderado, inflamación, rigidez (a veces se nota una zona endurecida o como una bola) o la dificultad para mover un miembro, en especial, después de haber practicado deporte, puede ponerte sobre la pista de que necesitarás pasar por su consulta. Una lesión abierta o un enorme hematoma, dolor agudo, imposibilidad de mover el miembro y hasta el hundimiento de la zona afectada puede indicar que hay una rotura muscular o del hueso. En ese caso, hay muchas papeletas para la lesión acabe en el quirófano y en manos de un traumatólogo.

Incluso en esa situación, si optas por acudir primero al fisioterapeuta de al lado de casa, no debería ser problema. “Antes de abordarlo con masaje manual u otra técnica más invasiva, primero valoraremos. Si está en nuestra mano, tratamos. Si no, sugerimos el profesional indicado. Un caso típico es el dolor lumbar. Puede ser por una contractura muscular, una hernia discal, problemas en el suelo pélvico y hasta por un mioma en el útero. En este último caso, recomendamos acudir a ginecología para tratar la verdadera causa del problema”, explica el fisioterapeuta Isidoro San Justo Molleda.

Entre las dolencias traumatológicas de carácter muscular que se ven en sus consultas están las sobrecargas y las contracturas. Pueden deberse a que has estado pintando el piso y tienes el brazo acartonado, o por sentarte mal en la silla de la oficina, o porque te has venido arriba entrenando... “Vemos muchos casos por una mala higiene postural y por sedentarismo (por ejemplo, muchos dolores de cuello o de espalda). Pero también por una degeneración articular inevitable por la edad”. Estas últimas abundan en deportistas o en profesiones que repiten un mismo gesto. También aportan pautas para conservar los resultados de sus intervenciones. “Nuestra función no es solo recuperar la funcionalidad, sino dar pautas para que no se repitan ni se cronifiquen”. También tratan muchos esguinces o torceduras de ligamentos, luxaciones y la rehabilitación poscirugía de las fracturas.

“Los jóvenes tienen ocio sedentario. Niños y adolescentes que se tiran horas con las tabletas o móviles, jugando o chateando. Vemos sobrecargas similares a las de una persona que trabaja sentada. En cambio, en adultos cada vez es más fácil ver lesiones deportivas”, básicamente por estrés articular y por sobreuso. Las mujeres merecen capítulo aparte. “El uso de tacones o llevar bolsos enormes con mucho peso favorecen desequilibrios posturales que acaban en contracturas o dolencias musculares en las cadenas posteriores (el ‘acortamiento’ del gemelo por llevar tacones muy altos). Por otro lado, tienen ciclos endocrinos variables por su propia fisiología hormonal. En las etapas estrogénicas del ciclo menstrual su laxitud ligamentaria es mayor”. Eso significa más elasticidad, pero también más riesgo de esguinces.

¿Y qué hace un reumatólogo?

No siempre la causa de que una articulación duela es un accidente o una mala postura. Puede que el problema esté dentro, y ese es el negociado del reumatólogo. “Es la especialidad médica responsable de enfermedades del aparato locomotor (huesos, músculos, tendones y articulaciones) y autoinmunes sistémicas. Abordamos el dolor muscular y articular que se asocia a signos externos de inflamación, aumento de la temperatura exterior, enrojecimiento o rigidez”, explica Paloma García de la Peña Lefebvre, reumatóloga en la Fundación Instituto Inmunes. “Un síntoma que se repite en muchas enfermedades reumatológicas es la sensación de que levantarte como oxidado, que tienes que dedicar unos minutos a movilizar los miembros para ponerte en funcionamiento, como si te llevara un rato que las articulaciones se engrasaran. Puede ser la sensación de que no puedes mover el cuello o que no eres capaz de dirigir bien los pies”.

La pista determinante es que eso sucede sin haber realizado ningún esfuerzo físico notable ni ese día ni los anteriores. Y que, pese a que pasan los días, la rigidez, el dolor o la inflamación no remiten. Incluso van a más. “También si hay cansancio sin causas aparentes, porque es uno de los síntomas más frecuentes en enfermedades autoinmunes que son nuestro campo de actividad. Es el caso del lupus, la fibromialgia o la artritis reumatoide”.

Pronunciar la palabra reumatólogo tal vez te haga pensar en tu abuela. Si es así, seguro que te equivocas. “Es un error habitual. Tratamos a personas mayores, por ejemplo, en casos de osteoporosis. Pero también tenemos pacientes jóvenes. Incluso niños con artritis idiopática infantil. Lo importante es que el resto de profesionales de la salud, desde el médico de familia al fisioterapeuta sepan distinguir los síntomas y derivarlos a un reumatólogo. En muchas patologías tratarlas cuanto antes evita daños permanentes, por ejemplo, por la erosión de un hueso inflamado”.

Fuente: El País

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